<<<
Volver a la página principal
Shivaísmo
Los shivaístas son hindúes que
veneran a dios Shiva, considerados por ellos como el
ser supremo y el señor (sufrido) del mundo a los múltiples aspectos [1].
Su
marca identificativa está constituida por tres líneas
horizontales (tripoundra) de color blanco o
trazadas con ceniza sobre el frente. Las otras señales distintivas de los shivaístas son un triángulo, punta en cumbre, símbolo del
estado ígneo y el principio masculino, y el doble triángulo con forma de estrella de David,
símbolo de la unión de los principios masculinos y femeninos [1].
Las
bases filosóficas del shivaísmo se basan en los
sistemas de yoga,
el vaisheshika y el nyāya.
El hola final consiste en la unión mi con el divinidad; los rituales son
influidos sobre mucho por el tantrismo. Según el
ejemplo de Shiva, amo del yoga y la ascesis, los fieles deben
recorrer la vía de hola practicando el ascetismo y el yoga, y recitandolos mantras. Algunos
ritos principales obligan a trazar líneas con el incienso y a llevar una serie
de semillas de rudrâksha (Elaoecarpus
ganitrus) de 108 granos. Entre los shivaístas los más tradicionalistas, se encuentran los smarta (smrti, “memoria” o
“tradición”) [1].
Los
shivaístas se extienden sobre todo en India del Sur y
el Este. Aunque creen al carácter impersonal del brahman,
adoran varios divinidad principales: Shiva, y también Vishnou,
Durgâ,
Ganesha ou Skanda. El culto no preve la obligación de volverse en los templos [1].
A
los movimientos espirituales shivaístas pertenecen
los pashupatas que adoran a Shiva
dándole el título de pashupati (“señor” de los almas
individuales controlados como su “ganado”) [1].
El shaivasiddhânta (“conclusiones
relativas a Shiva”) se elaboró en el siglo XIII por Meykanda y
se desarrolló en India del Sur. Esta enseñanza se basa en el hecho de que el
divinidad (Shiva), considerada como Señor (sufrido),
tiene manifestaciones que no se aleja de su gasolina, que van dirigidas a los
almas individuales, “sí” (âtman) eternos que, aunque
vinculados del mundo, se entregan de la transmigración.
Este sistema influyó sobre mucho la producción poética y religiosa en lengua tamoule [1].
Otro
movimiento espiritual shivaísta, el de los lingâyat, los “portadores de linga (m)” (en
sánscrito, señal distintiva, eventualmente órgano sexual del hombre; símbolo
bajo el cual Shiva generalmente se venera), aún
nombrados vîraçaiva, o “shivaístas
héroe”, se desarrolló en India del Sur. Tuvo quizá para jefe, y para fundador, Basava (XIe-Siglo XII), que consideraba el divinidad como la causa
principal y único del mundo. La esencia de Shiva
es el brahman. Es en él que residía, a principios del
tiempo, la identidad entre el mundo empírico y el alma universal, y es en él
que se formará esta nueva identidad. A través del bhakti,
el hombre entra en correspondencia con el shakti (“energía”,
principio femenino personificado) de Shiva y, pero
con la práctica del yoga, llega a la fusión perfecta entre mi, el shakti y Shiva. Los adeptos, para
llegar a la unión con Shiva, deben también llevar el linga (m) en torno al cuello en amuleto. Esta
confesión rechaza el matrimonio entre niños, permite a las viudas casarse de
nuevo, rechaza el sistema de castas, la práctica de los sacrificios y los
peregrinajes [1].
Referencias
1.
a, b, c, def g Gerhard J. Bellinger, Enciclopedia
religiones, el Libro De Bolsillo, París, 2000. ISBN 2-253-13111-3
<<<
Volver a la página principal