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Jainismo

El jainismo, del sánscrito Jina “vencedor”, es una religión (precisando que la palabra religión se traduce a India por dharma, una palabra de sobra polisémica que significa lo mismo “fe”, “religión”, “virtud” que “deber”, “naturaleza propia”, “buena acción”, “camino espiritual”) que hace hincapié en primer y último lugar en el respeto del ahimsa (no violencia), basándose en la teoría del karma, del reencarnacíons, de la ecología, y que hace hincapié en el ascetismo. No comienza, a la imagen del budismo, como un movimiento de reforma dentro del hinduismo, ya que es una de las más antiguas religiones del mundo, que viene de la más alta antigüedad - o de la prehistoria (3000-3500 a.C. [1]), y que se convierte en una religión de importancia durante la Vida siglo a.C., bajo la influencia de Mahavira. El jainismo posee actualmente doce millones de fieles en el mundo, ascetas y laicos confundidos, en su mayoría en la India (30 000 en Europa y 50.000 en Estados Unidos).

Es el rigor con el cual los adeptos siguen los preceptos del jainismo, y la ética que se deriva, que les dio una sobrerrepresentación en los medios culturales, políticos y de los asuntos en la comunidad india. El templo de Amberes en Wilrijk es el más grande templo jaïn creado fuera de la India. Se ha financiado enteramente por las ricas familias indias jaïnes activos en el comercio de los diamantes de Amberes. Existe otros templos jaïns fuera de la India, en particular, en Gran Bretaña (a Potters Bar, Londres, en particular,) y en Estados Unidos.

Filosofía jaïne

El jainismo comparte de numerosas y aparentes semejanzas con el hinduismo y el budismo, pero deben diferenciarle sin embargo. El jainismo es, desde una opinión filosófica, un materialismo [2], [3] ético y a nivel conceptual, un agnosticismo (syâdvâda, de syat, significando “quizá”: ninguna verdad absoluta puede enunciarse, poniendo en guardia contra toda guerra ideológica y violencia - vinculada con el fanatismo). A Pesar de sus templos, el jainismo puede considerarse como “transthéiste [4]”, pero no es ateo (dioses - fuerzas de la Naturaleza - existen y se reencarnan bajo distintos Estados de seres vivos), precisando que algunas ramas del jainismo rechazan el culto de los ídolos; así:

“El culto, interior y exterior, tiene valor solamente subjetivo y sirve a la concentración del espíritu del fiel sobre el ejemplo de seres perfectos que se puede imitar, pero que no se puede rogar se intervenga en el destino del hombre. El solo hombre, en último lugar con sí mismo, en compañía de su solo esfuerzo, podrá acabar la ascesis que lo llevará a la paz más allá de toda experiencia humana [2]. ”

Filosofía jaïne considera el mundo como infinito [5], universo simbólicamente representado en forma de un cuerpo cósmico, gigante femenino o masculino donde, en el mismo, las criaturas se reencarnan siempre bajo distintas apariciones desde. Según el jainismo, el universo, que es infinito, no se creó, y dejará nunca de existir:

“El mundo incréé; no tiene ni principio ni fino, existe por su propia naturaleza; es lleno de jīvas y ajīvas; existe en una parte del espacio y es eterno. ”

- Samana Suttam [6].

No Obstante, sujeto a cambios, cruza una serie continua de períodos de ascensiones y decadencias. Se divide Cada período en seis fases. Estaríamos actualmente, según la esta óptica, en la quinta fase de un período de decadencia (a acercar del Kali-Yuga de los hindouistes).

Cuando el universo habrá alcanzado su fase de decadencia más baja (el sexto), el propio jainismo desaparecerá completamente. Luego, durante la siguiente, se redescubrirá y reintroduce por nuevos jefes espirituales llamados Tîrthankara (en sánscrito “los hacedores de vado”) que enseñarán de nuevo cómo permitir a los almas poner fin a sus transmigraciones sucesivas (samsâra) y de alcanzar siempre así para su liberación (moksha).

En cada una de estos largos períodos - que hacen pensar en el día de Brahma del hinduismo -, hay siempre venticuatro Tîrthankara. En la era actual del mundo, el vigesimotercero fue Pârshavanâtha, un asceta y profeta, que habría vivido hacia 850 - 800 a.C. Fue un reformador que reclamó una vuelta a la creencia y a las prácticas de la tradición religiosa original. El vigesimocuarto y último Tirthankara de esta era es conocida por su título, (Mahâvîra, el “gran héroe” (599 - 527 a.C.). Fue también un amo espiritual errante que recordó los jaïns a la práctica rigurosa de su fe antigua.

Los jaïns creen que la realidad del universo está formada por siete principios eternos [2]:

  1. El alma, la energía o sustancia animada (jîva);
  2. Las sustancias no vivas y no espirituales o ajîva (es decir, el “no jîva”) - o pudgala - es la materia de todo tipo y condiciones que son: kâla (el tiempo), âkâsha (el espacio), dharma (el principio del movimiento) et adharma (el principio del descanso);
  3. La materia del karma;
  4. La servidumbre a la transmigración que resulta;
  5. El paro del mar karmique;
  6. El desgaste y la eliminación de la materia karmique;
  7. La entrega última (moksha).

El alma y la materia son sustancias idénticas, una de las cuales son conscientes mientras que otro no lo es; se dotan de calidades fundamentales (guna) [2]; existe dos categorías de almas:

  1. Los almas libres o perfectos, honestos de todos lazos corporales o pasionales (son los tîrthankara o “hacedores de vado”, clases de profetas que son venticuatro, el último siendo Mahavira) [2].
  2. Los almas que transmigran, que incluyen tanto a los hombres como los animales, los vegetales, los minerales, etc, identidad que lleva al hombre no hacer ningún mal a todo lo que vive (práctica del ahimsâ).

Jîva y pudgala son eternos; no vinieron a la existencia y dejarán nunca de ser. El mundo entero está constituido por jîva encarcelados en el ajîva; jivâ hay en el aire, la tierra, el agua, el fuego, las plantas, los insectos, los animales, los seres humanos, los seres celestiales y los seres infernales.

Todo contacto del jîva con el pudgala genera del sufrimiento. Así pues, el Jaïns constatan que este mundo es sufrimiento y consideran que ni las reformas sociales (en su gasolina, ya que si no el jainismo promueve una sociedad humana basada en la caridad universal [7]), ni los esfuerzos no loables o no válidos de los individuos podrán nunca hacerlo cesar. En cada ser humano, se encarcela un jîva, y jîva sufre debido a su contacto con el ajîva. La única manera de escaparse al dolor es para el jîva (el alma) liberarse de las transmigraciones sucesivas a las cuales se somete y de llegar así a la felicidad perfecta eterna.

Los jaïns consideran que es el karma que mantiene el jîva encarcelado en el ajîva y que es necesario pues deshacerse del existente y no adquirir de nuevo. La liberación del alma es difícil. Los jaïns creen que el jîva sigue sufriendo durante todas sus vidas o reencarnacíons, que son de un número indefinido. Piensan que cada acción efectuada por una persona, que sea buena o mala, abre los canales de los sentidos (vista, audiencia, tacto, gusto y olfato), por los cuales una sustancia invisible, el karma, se infiltra dentro y se adhiere al jîva, determinando las condiciones de su próxima reencarnacíon.

La consecuencia de las acciones malas es un karma malo, que extrae el jîva hacia abajo, implicándola hacia una nueva vida de condición inferior sobre la escala de las existencias. La consecuencia de las buenas acciones es una orden karma, que permite al jîva subir después de su vida actual o en un próximo a un nivel más elevado en la escala de las existencias, allí donde hay menos sufrimientos que soportar. Sin Embargo, las buenas acciones no pueden solas conducir a la liberación.

La liberación - o moksha- se obtiene gracias a los distintos medios definidos por la doctrina jaïne que son: la visión justa, el conocimiento justo y la conducta justa. El karma es el mecanismo de causa a efecto en virtud del cual todas las acciones tienen consecuencias a las cuales no se puede retirarse. Dicho karma tiene por resultado de mantener el jîva en una consecuencia ininterrumpida de existencias durante que va a sufrir hasta cierto punto. Así pues, la liberación del ciclo de las transmigraciones implica el rechazo del karma, la destrucción del existente y la evitación de la constitución de nuevo.

En el momento de una muerte sin karma, el jîva flota hacia arriba, libre de todo pudgala, liberado de la condición humana, libre de muy futuras reencarnacíons. Se eleva sobre el universo en un lugar llamado Siddhashila. Allí, idéntica a todos los otros jîva puros, puede por fin probar su verdadera naturaleza en una calma eterna, en una felicidad perfecta. Es entonces completamente puro y liberado. La manera de borrar el karma acervo consiste en retirarse en la medida de lo posible del mundo y en cerrar el canal de los sentidos para impedir toda materia karmique de entrar y adherirse al jîva.

En sus esfuerzos de alcanzar el objetivo más elevado que es la retirada permanente del jîva de toda mancha debida a la materia karmique, los jaïns no creen que un espíritu o un ser divino puede ayudarlos de alguna manera que sea. Consideran que dioses, los seres celestiales (deva, devî), pueden influir sobre los acontecimientos de este mundo pero que no pueden ayudar a los jîva a obtener su liberación. Ésta no puede ser realizada sino por los esfuerzos constantes de cada individuo. En realidad, dioses (los seres celestiales) no pueden obtener su propia liberación sino a la condición de antemano de ser reencarnados en forma de seres humanos y de seguir el modo de vida de los ascetas jaïns.

Nayavâda

Filosofía jaïne desarrolló una doctrina que le está propia: el nayavâda; el ser humano que no puede ir más allá de los límites de sus sentidos, que su aprehensión de la realidad es parcial y sólo es válida desde una opinión particular, conocida bajo el nombre de naya, el jainismo considera que la realidad es un complejo, no solamente en el sentido que constituye una pluralidad (aneka), pero aún debido a que es el objeto desde opiniones múltiples (anekânta): esta es la razón por la que considera que la realidad puede percibirse bajo ángulos diferentes, y en consecuencia, comprendida bajo algunas reservas [7].

Como el naya es el medio capaz de constatar de verdad una de las características de un objeto (sin contradicción), desde una opinión particular, los filosofa jaïns definió siete naya, que son:

·         la opinión de clase (sangraha naya),

·         la opinión particular (vyavahāra naya),

·         la opinión momentánea (rijusātra naya),

·         la opinión sinónima (shabda naya),

·         la opinión etimológica (samabhirādha naya), y

·         la opinión acercada (evambhāta naya).

Por ejemplo: cuando se describen distintos ornamentos en oro, desde la opinión modificaciones del oro, se habla de la opinión modal (paryâra-naya). Cuando los ornamentos en oro se describen desde la opinión de su sustancia, es decir, del oro y sus distintas calidades, él hablan de la opinión sustancial (dravya-naya).

Se puede también hablar de la opinión práctica o la opinión realista, en particular, en los debates espirituales. Cuando se trata desde la opinión práctica, o desde sentido común, se habla de vyavahāra-naya, mientras que, cuando se trata desde la opinión pura, o realista, se habla de nishchaya-naya.

Esta doctrina de la aprehensión parcial de la realidad constituye una advertencia contra los que afirman que su sistema es único y que permite incluirlo todo: abre la vía de la reconciliación desde las opiniones opuestas y desde su armonización, teniendo en cuenta la relatividad de los distintos aspectos de la realidad [7].

Syâdvâda

La doctrina anterior proporciona el esqueleto de la del syādvāda, diciendo claramente que la realidad puede considerarse desde numerosas opiniones diferentes, y que ninguno no debe declararse solo válido [7]. Eso hace del jainismo una forma de agnosticismo.

El objetivo de la investigación filosófica que es comprender la realidad, los filosofas jaïns consideran que esta aprehensión no puede hacerse formulando solamente declaraciones simplistas y categóricas. La realidad que es compleja, los filósofos jaïns añaden ninguna afirmación simple puede expresarlo completamente, por eso la palabra syat, que significa “quizá”, “por algunos lados”, a las distintas afirmaciones concerniéndoselo [7].

Estos filósofos formulan siete propuestas, sin la menor afirmación absoluta que sea, por lo que se refiere a la realidad, haciéndolos preceder muy de la palabra syat. Eso quiere decir que una afirmación es siempre moderada, que es relativa, acercada, desde una determinada opinión, bajo algunas reservas, y que no podría, en ninguna manera, darse por categórico [7].

Así pues, cuando se describe una cosa, se pueden presentar, sobre la base del syādvāda o el anekāntavāda, siete afirmaciones o propuestas o declaraciones, que parecen contradictorias, pero que son perfectamente verdaderas. Se puede así decir:

·         “por algunos lados, no es” (syād-nāsti),

·         “por algunos lados, es y no es” (syād-asti-nāsti),

·         “por algunos lados, es indescriptible” (syād-avaktavya),

·         “por algunos lados, es y es indescriptible” (syād-asti-avaktavya),

·         “por algunos lados, no es y es indescriptible” (syād-nāsti avaktavya),

·         “por algunos lados, es y no es, y es indescriptible” (syād-asti-nâsti avaktavya).

Estas distintas propuestas pueden incluirse por medio de un ejemplo: un hombre es el padre, no es el padre, y es los dos, es declaraciones perfectamente inteligibles, si se comprende la opinión a partir de la cual se expresan. Con relación a un determinado muchacho, este hombre es el padre, con relación a otro no es el padre, y con relación los a dos, tomada juntos, es el padre y no es el padre. Como las dos ideas no pueden expresarse al mismo tiempo por palabras, se puede decir que él se es indescriptible, etc

Estas siete propuestas pueden expresarse con respecto a la eternidad, la no eternidad, la identidad y la diferencia, etc de cualquier objeto. Los filósofos jaïns consideran que estas siete maneras de afirmar dan juntas, una descripción adecuada de la realidad.

El syâdvâda tiene por objeto coordinar, armonizar y sintetizar las opiniones individuales en una declaración global: como la música, mezcla las notas discordantes para realizar una perfecta armonía.

Esta doctrina no tiene un simple interés especulativo, tiene por objeto solucionar los problemas ontológicos y tiene una influencia sobre la vida psicológica y espiritual del hombre. Da al filósofo un cosmopolitisme de pensamiento, convenciéndolo de que la verdad no es el monopolio de nadie. Tiene por objeto cortar las barreras de las religiones sectarias y extender el espíritu de tolerancia que se realiza perfectamente al mismo tiempo que el ahimsâ (la no violencia) que el jainismo predica desde milenios [7].

La quintaesencia de esta doctrina, muy distantes de la terminología escolástica, es que en cuanto a experiencia es imposible formular la verdad total, y que en cuanto a transcendencia de la experiencia la lengua es insuficiente [7].

Las categorías del vivo

Debido a que el eje principal del jainismo es evitar el máximo de perjuicio a otros, generó una jerarquía de la sensibilidad de los ser vivos; en efecto, el jainismo considera que toda criatura tiene un alma, una energía vital que es la misma para todos los seres vivos [7], alma sin forma, al poder ilimitado, que toma un enésimo cuerpo transitorio que sin ella estaría “sin vida”, es decir, incapaz ser consciente o experimentar cualquier cosa [7]. Cuanto Más una criatura posee de sentido, más sufre, más goza: pero no es aún libre. Así pues, según la tradición jaïne, hay [8]:

  1. Criaturas a cuerpo de tierra (como la arcilla, el metal, etc).
  2. Criaturas a cuerpo de agua (como el iceberg, la niebla, etc).
  3. Criaturas a cuerpo de fuego (como el relámpago, la llama, etc).
  4. Criaturas a cuerpo de aire (como el ciclón, el viento, etc).
  5. Criaturas a cuerpo de vegetal. Las plantas vivas pueden tener un alma o varios, en un único cuerpo. En función de eso, se clasifican en siguientes subcategorías:
    1. Criaturas vegetales a un único alma (árboles, arbustos, espigas, por ejemplo).
    2. Criaturas vegetales con un número de almas infinito en solo cuerpo (las raíces, como las patatas, las zanahorias, los untan, el ajo, las remolachas etc pertenecen a esta categoría).
  1. Criaturas que tienen dos sentidos, el sentido del tacto y el gusto (son, por ejemplo, los moluscos, los gusanos, etc).
  2. Criaturas que tienen tres sentidos, el sentido del tacto, el gusto y el olfato (son, por ejemplo, las babosas, las hormigas, los ácaros, chinches, el ciempiés, etc)
  3. Criaturas que tienen cuatro sentidos, el sentido del tacto, el gusto, el olfato y la vista (son, por ejemplo, los escorpiones, las langostas, las arañas, los coleópteros, los saltamontes, los apaga, las abejas, etc)
  4. Criaturas que tienen cinco sentidos, el sentido del tacto, el gusto, el olfato, la vista y la audiencia; entre los seres que poseen (normalmente) cinco sentidos, hay las siguientes subcategorías:
    1. Criaturas demoníacas, vivo en infierno;
    2. Criaturas animales, como las vacas, las ovejas, los elefantes, los leones, los pájaros, los pescados, etc;
    3. Criaturas celestiales (o dioses), vivo en el cielo (o paraíso);
    4. Criaturas humanas, que están las solas de poder emitir deseos, y en consecuencia, a poder a pretender a hola, a la liberación del ciclo del reencarnacíons por el control de sí mismo.

Según el jainismo, todas estas criaturas producen el karma, bien o malo, que genera destinos, renacimientos y condiciones donde se prueba más o menos dolor, más o menos alegría, según la benevolencia o el egoísmo los actos, palabras y pensamientos productos antes; el objetivo es liberarse, aprovechando la oportunidad personificarse, en la vida presente, en ser humano, con el fin de llevar a la práctica el compasión para todas las criaturas (más arriba mencionadas); liberados los almas, por su parte, no tienen karma, no están ya vinculadas a su condición humana superada por la ascesis ética propuesta por el jainismo; sin forma y sin tamaño, su alma se realizó (no puede ya reencarnarse), gozando de un conocimiento y de una percepción perfecta, así como un vigor y una felicidad infinita [7]. El hecho de que el jainismo considere que los elementos constituidos de aire, fuego, tierra o agua sean seres vivos se acerca a esta religión del animismo (sin por ello desarrollar un aspecto de culto en consideración suya), aunque esta teoría admite que hay también en el universo elementos sin alma, es decir, sin sensibilidad, privados de energía vital, ajiva (como el tiempo, el espacio, etc) [7].

Código moral jaïn

El código moral del jainismo se considera como la simplicidad misma, y su práctica, gradual [7]. Se expresa en los deseos seguidos por los laicos dichos pequeños deseos (anuvrata) y por los ascetas dichos grandes deseos (mahâvrata), deseos que no son diferentes de los cinco deseos morales básicos de una de las seis ramas de la filosofía hindú - lo Yoga-Sûtra de Patanjali -, ni de los tres primeros deberes básicos (ahimsa, satyam, astya) de toda la comunidad hindú (los ârya o “nobles” en sánscrito) de las Leyes de Manu [9], [10].

Los miembros de la comunidad monástica se ven obligados a respetar estrictamente estos cinco deseos; los laicos jaïns se eximen aplicarse estrictamente los días cuarto y quinto: les es pues permitido casarse, tener niños y poseer bienes materiales [11]; así pues, estos deseos no cambian de naturaleza sino grados, - los laicos y ascetas poseen el mismo código moral pero aplicado más rigurosamente en el laico jaïn, a fin que este último puede vivir en la sociedad y aportar la comida a los ascetas, ellos que no poseen nada ni trabajan, guiando a sus discípulos en la pura no violencia.

Los cinco deseos principales de los jaïns son:

  1. El deseo de no violencia: ahimsâ. Es la “no voluntad de hacer sufrir”, la “fraternidad, compasión, caridad universal”, o “el respeto imperiosos de la vida”. La violencia se define como un ataque a lo que vive, por una falta de cuidado o atención, pero no se limita su sentido a eso. Está seguro que de herir, ligar, hacer el mal, explotar las que trabajan, de sobrecargar, morir de hambre o no alimentar cuando lo es necesario, constituyen formas de violencia y, como tales, deben rechazarse. La divisa de los jaïns es Parasparopagraho Jivanam, las vidas se deben un mutuo respeto en sánscrito, y también ahimsa paramo dharma, es decir, la no violencia es la religión (o deber) suprema o Vaazhu Vaazha Vidu (en tamoul), comida y dejar vivir. La renuncia a la violencia puede ser completa o parcial. La renuncia completa se realiza de nueve maneras: por sí mismo, por un medio o por aprobación, y, siempre, por el pensamiento, por la palabra y por el cuerpo. Para un laico, la renuncia completa es imposible. Por Eso se le pide descargarse de sus responsabilidades terrestres con el mínimo de perjuicio para otros. Para dar un aspecto práctico a este respecto, la violencia se analizó, según la actitud mental, en cuatro categorías, a saber [7]:
    1. la violencia accidental (aquélla que se realiza, de manera inevitable, en la realización de las tareas domésticas indispensables, como la preparación de las comidas, el comportamiento de las cosas propias, la construcción de edificios, de pozo, etc),
    2. la violencia profesional (aquélla cometida en el ejercicio de una profesión, o de sus empleos como agricultor, comerciante, industrial, obrero, Médico, etc),
    3. la violencia defensiva (aquélla que no se puede evitar para defender una persona, para salvar a un pueblo, etc; el jainismo, con el hinduismo, consideran que la violencia defensiva puede justificarse [12], y también que un soldado, que mata enemigos en un combate, realiza un deber legítimo [13]: las comunidades jaïnes aceptan utilizar la potencia militar para su defensa y la de los otros, y hay laicos jaïns, anteriormente u hoy, monarcas, generales o soldados [14]),
    4. la violencia intencional (la que se hace intencional o con conocimiento de causa, por ejemplo: expulsando, ofreciendo sacrificios, matando para comer o divertirse, comiendo carne, etc). El jainismo considera que alguien que cruzó la etapa de la vida activa debería absolutamente evitar las cuatro formas de violencia, pero no se exige del laico de no abstenerse completamente que de la violencia intencional ya que, para lo que es otros, esto no es posible realización, en esta fase [7]. Sin Embargo, el laico es sagaz que debe evitar, como máximo, las tres primeras formas también y que es necesario que haga progresos regulares, en este sentido, en su conducta [7]. Así pues, el deseo de ahimsâ significa, para el laico, que debe abstenerse de la violencia intencional [7].
  2. El deseo de sinceridad: satya. En términos simples, es no decir palabras que hacen la culpa, pero el sentido es mucho más amplio. Así pues, los falseas doctrinas, la revelación de los secretos, la deformación de otros, la murmuración, la elaboración de falsos documentos, los incumplimientos a la verdad, también se consideran como mentiras y, por lo tanto, se debe abstenerse. No Obstante no se trata del “imperativo categóricokantien ya que en nombre de la no violencia (para proteger un ladrón que arriesga la pena de muerte, para evitar que un animal, un hombre esté matado o herido por ejemplo), se puede “mentir”.
  3. El deseo de honradez, de denegación del vuelo: asteya. Volar, es tomar lo que no se da, pero se asigna un sentido amplio a esta palabra. Esta es la razón por la que, se considera la comunicación de información sobre la manera de cometer un vuelo, la aceptación de cosas robadas, u olvidadas, perdidas, el incumplimiento de las prescripciones legales al vender cosas a un precio excesivo, la falsificación y la conservación de falsos pesos y falsas medidas, como formas de vuelo de las que se debe guardarse.
  4. El voto de castidad: brahmacharya. La falta de castidad es una falta que puede tomar distintas formas. Así pues, el casamentero que causa matrimonios como pasatiempo, el jouisseur de placeres que traen el sufrimiento del otro (violación, pederastia, zoophilie, etc), el aficionado de palabras voluptuosas, el mujeriego casadas, o no casadas inmorales, cometen esta falta que debe proscribirse, pero sólo sólo posible por un control de su pensamiento, consciente, pero sobre todo inconsciente (por medio de la meditación): el deseo sexual se arranca así a la raíz.
  5. El deseo no compromiso a las cosas del mundo: aparigraha. El compromiso en pro de las cosas del mundo consiste en desear más que esto de los que se tiene necesidad. Así pues, la acumulación de cosas, incluso necesarias, en gran número, la admiración ante la riqueza de los otros, la avidez, la transgresión de los límites de las posesiones y el aumento de las existentes son faltas que deben cometerse. En el asceta, eso se traduce en una no posesión de objetos pura y simple.

Se puede tener en cuenta que este quinto deseo es particular, ya que contempla indirectamente la igualdad económica, impidiendo la acumulación de riquezas por los individuos. En efecto, en este deseo, es prescribe al laico de fijarse un límite máximo de bienes y no sobrepasarla, bajo ningún pretexto. Si a veces que gane más que el límite que se fijó, se le recomienda gastarlo en actos caritativos, cuyas mejores formas son cuatro:

  1. La subvención de medicamentos,
  2. La difusión de su conocimiento,
  3. El suministro de medios para salvar la vida de las criaturas en peligro
  4. Y de comida a los que tienen hambre o que son pobres [7].

Para los laicos, el par jaïn debe practicar la fidelidad absoluta a su cónyuge. Para los ascetas (monjes y monjas), el deseo de pureza significa el celibato absoluto y la ausencia muy de práctica sexual. La no violencia implica entre otras cosas cosas el véganisme o vegetarianismo. La práctica alimentaria jaïne excluye la mayoría de las raíces, ya que se podría causar el mal a un animal desterrándolos, y se destruye de facto una vida vegetal (tomar una fruta, o una verdura, no trae la muerte de la criatura vegetal que lo produce), - este respeto se encuentra en los bishnoïs también. Los ascetas y las pilas laicos jaïns no comen, no beben o no viajan después de la puesta del sol y no se levantan antes de su aparición, siempre para evitar herir un ser vivo por falta de luz o debido a las lámparas, velas, etc que podrían quemar los insectos atraídos por sus llamas en la noche.

La sociedad de los jaïns tan se debe que su universo, donde todo es sin embargo interdependiente. Por una parte, hay los monjes y las monjas que practican el ascetismo e intentan hacer de su vida en este mundo el último. Por otra parte, hay el laicos que prosiguen prácticas menos rigurosas, pero siempre según el mismo código moral común con los ascetas, esforzándose en hacer, en particular, buenas acciones, penitencias y dominando sus pasiones para esperar una mejor encarnación en su vida siguiente. Las normas de conducta jaïnes se instituyeron de modo que toda persona pueda seguirlos. Las del laicos son menos rígidas que las de los ascetas, porque los laicos no renuncian a las actividades del mundo. La moderación es la norma para el laico, por lo que se refiere a la observación de los deseos, mientras que su rigor es extremo para el asceta. La razón evidente de esta diferencia viene a de lo que los laicos deben garantizar sus medios de existencia y los de los ascetas, ocuparse de su familia y adaptarse a las condiciones, sociales y políticas, de la sociedad en la cual viven. Los ascetas no tienen estas limitaciones. Abandonan todo, con para solo objetivo de seguir la vía espiritual. Deben observar los deseos de manera muy rigurosa controlando permanentemente sus sentidos y dominando sus pasiones, gracias a las enseñanzas religiosas y a la disciplina espiritual. No Obstante, debido a la ética “estricta” consubstancial al jainismo, los laicos (hombres y mujeres) deben normalmente elegir una profesión y un modo de vida compatible con su fe, los oficios no violentos, tales algunos del comercio, o de la enseñanza, se eligen mayoritariamente (en el Sur de la India sin embargo, al Tamil Nadu por ejemplo, es la práctica de la agricultura que permanece el oficio de los laicos jaïns).

Algunos jaïns practican la muerte pacífica por el ayuno (sallekhana), con el fin de respetar sus deseos de no violencia y ascesis, y debido a su edad avanzada o de una enfermedad incurable (esta tradición son panindienne y existen en el hinduismo: Vinoba Bhave lo practicó por ejemplo). En realidad, los adeptos a menudo practican el ayuno, en particular, en las distintas fiestas religiosas. Ascetas de algunas ramas jaïnes llevan un tejido delante de su boca y su nariz con el fin de evitar matar, respirándolos, a pequeños insectos, muy siendo símbolo de respeto en sus palabras. Gandhi fue influido sobre profundamente por la manera de vivir jaïne, pacífico y respetuoso de la vida, y formó parte integral de su propia filosofía: un asceta jaïn fue por otra parte uno de sus mejores amigos, Shrimad Rajchandra.

Las cuatro virtudes del jainismo

El discípulo jaïn debe meditar y practicar las cuatro virtudes siguientes que son la base de los cinco grandes deseos [7]:

  1. Maitrî: la Amistad para todos los seres vivos.
  2. Pramoda: la Alegría de ver seres más avanzados que él en la vía de la liberación (Moksha) del ciclo del reencarnacíons.
  3. Kârunya: el Compasión para las criaturas que son infelices.
  4. Mâdhyasthya: la Indiferencia hacia los que son descorteses o que se conducen mal.

La alimentación 2na violento

Además de los cinco pequeños deseos del laico, las virtudes básicas del jaïn se personifican en la abstención de consumir los “tres M” que son: mâmsa (la carne, la carne de las criaturas), madya (el vino), et madhu (la miel) [7]. Con el fin de reducir al mínimo los daños a los ser vivos, se preconiza una abstinencia total de estos “tres M” (se rechaza la carne se considera como una fuente infinita de violencia, de maltrato (el maltrato supremo siendo el hecho de matar), y completamente en primer lugar). Y de manera más general, el jainismo fomenta vivamente a un modo de vida végan [15].

Los tres objetivos de la vida de los laicos jaïns

En el importante Tratado shvetâmbara título Yoga-shâstra, escrito por el famoso Âchârya Hemacandra, hay mención de los tres objetivos de la vida del laico ideal, que este último debe practicar sin excluir ningún:

  1. Dharma, virtud.
  2. Artha, riqueza.
  3. Kâma, deseo (muy especialmente placer enamorado).

Cuando el laico se compromete en la vía más profunda de su religión volviéndose asceta, el Moksha, “Liberación” (del ciclo del reencarnacíons), se convierte en el objetivo principal que supedita absolutamente todos los otros. Se vuelve así ejemplar y una guía para los laicos jaïns y la sociedad.

El cisma

Esta sección no cita suficientemente sus fuentes. Gracias de añadir en nota referencias comprobables o el modelo.

Las dos sectas principales del jainismo se originan su en acontecimientos que se han producido alrededor de 200 años después de la muerte de Mahâvîra. En esta época, Bhadrabahu, el jefe espiritual de los monjes jaïns, había previsto un período de hambre de doce años y, con el fin de evitarlo, había conducido todos los el que había aceptado seguirlo, tanto ascetas como laicos, en el sur de la India. Después de que el hambre había desaparecido, Bhadrabahu dio la vuelta al norte y constató que, durando su ausencia, la vida monástica se había corrompido. Los monjes llevaban largos vestidos blancos en vez de ir “equipados de cielo”, o “de espacio”, es decir, desnudos como prescribe por Mahâvîra. La práctica de la desnudez era, y es siempre actualmente, una negativa a acceder al deseo de comodidad del cuerpo, y sobre todo una marca de traslado absoluto del mundo. Esta desnudez completa va seguida solamente por los monjes jaïns digambara, nunca por los monjes jaïns shvetambara, ni por las monjas, ni por los laicos.

Bhadrabahu se opuso con fuerza a la debilidad que había conducido a los monjes a llevar ropas. Los monjes que siguieron llevando vestidos blancos tomaron el nombre de Shvetâmbara (“vestidos de blanco”), mientras que los que siguieron llevando nada se nombraron Digambara (“vestidos de cielo” o “vestidos de espacio”). Los dos grupos ascéticos siguieron siendo separados hasta ahora. No Obstante, desde la opinión de la propia esencia del jainismo, estas diferencias son minúsculas. El principal factor de desacuerdo, similar en ambos sectas, se refiere a la actitud hacia las estatuas instaladas en los templos: las corrientes tradicionales los veneran y les llevan ofrendas, mientras que otras corrientes se niegan absolutamente, en particular, bajo la influencia del islam.

Se distinguen actualmente ramas tanto en el “Shvetambara” que en el “Digambara”.

A tener en cuenta, en el “Shvetambara”: 1) el “Murtipujaka” que veneran las estatuas de “Tirthankara” ofreciéndoles flores, frutas, del azafrán, y adornándolos de prendas de vestir y joyas; 2) el “Sthanakavasi” que no practican la veneración de las estatuas y que no ejercen sus actividades religiosas en templos sino en “vestíbulos de rezos” (sthanaka). Además, sus ascetas cubren su boca de una venda de tejido. Por fin, sólo reconocen como válidos algunos libros consagrados del “Murtipujaka” 3) el “Terapanthi” que no admiten la existencia que uno sólo Acharya (Maître espiritual) para toda su comunidad y no veneran tampoco las estatuas. Sus ascetas llevan también una venda delante de la boca y practican penitencias severas.

A tener en cuenta, en el “Digambara”: 1) el “Bisapanthi” que reconocen la existencia de jefes religiosos, conocidos bajo el nombre de “Bhattaraka”, revestidos de vestidos y turbantes anaranjados, y que dirigen monasterios de ascetas. El “Bisapanthi” veneran las estatuas de “Tirthankara” como el “Murtipujaka” hay l " arati” (la agitación delante ellas de lámparas encendidas similares a las de los Hindúes): 2)el “Terapanthi” que rechazan a la autoridad del “Bhattaraka” pero que, a diferencia de su similares “Shvetambara”, admite la práctica de la desnudez por sus monjes

Notas y referencias

1.        Joel Diederik Beversluis (2000): Sourcebook of the World' s Religions: An Interfaith Guide to Religion and Spirituality, New World Library: Novato, CA ISBN 1-57731-121-3 “Originating on the Indian sub-continent, Jainism is one of the oldest religion of its homeland and indeed the world, having pre-historic origins before 3000 BC and the propagation of Indo-Aryan culture…” p. 81

2.        a, b, c, d y e Enciclopedia de filosofía, el Libro De Bolsillo, ISBN 2-253-13012-5

3.        ↑ El jainismo se define como un “materialismo ingenuo” en filosofías de la India, Heinrich Zimmer, Payot, ISBN 978-2-228-89063-2

4.        Filosofías de la India, Heinrich Zimmer, Payot, ISBN 978-2-228-89063-2

5.        Jaina mathematics [archivo], J DO 'Connor y E F Robertson.

6.        ↑ http://www.jainworld.com/JWFrench/jainworld/jainbooks/samansuttam/ch36.asp [archivo]

7.        a, b, c, d, e, f, g, h, I, j, k, l, m, n, o, p, q, r, s y t Chalets Adinath Sangave, Jainismo, traducción de Pierre Amiel, Maisnie, Tredaniel, (1999), (ISBN 2844450784)

8.        Filosofías de la India, Heinrich Zimmer, Payot, ISBN 978-2-228-89063-2

9.        ↑ http://wikisource.org/wiki/%E0%A4%AE%E0%A4%A8%E0%A5%81%E0%A4%B8%E0%A5%8D%E0%A4%AE%E0%A5%83%E0%A4%A4%E0%A4%BF_10 [archive] अहिं यम चमिियनिरह एत ि वरऽबरव मन, ahimsâ satyamstenam shaucmindrayanigrahah, etam sâmâsikam dharmam câturvanaryabravîn manu, soit, au chapitre X: “63. El ahimsâ (respeto imperioso de la Vida, no violencia), la veracidad, la abstención de apropiarse los a bienes de otros, la a pureza y el a control de los sentidos, a Manu así declaró que todo eso puede considerarse como el resumen del Dharma para los cuatro varna (“colores”, miembros) de ârya

10.     ↑ http://www.sacred-texts.com/hin/manu/manu10.htm [archivo]

11.     Gerhard J. Bellinger, Enciclopedia de las religiones, ISBN 2-253-13111-3

12.     Nisithabhasya (en Nisithasutra) 289; Jinadatta Suri: Upadesharasayana 26; Dundas pp 162-163; Tähtinen p. 31.

13.     Jindal pp 89-90; Laidlaw pp 154-155; Jaini, Padmanabh S.: Ahimsa and “Just War” in Jainism, in: Ahimsa, Anekanta and Jainism, ed. Destaró a Sethia, Nueva Delhi 2004, p. 52-60; Tähtinen p. 31.

14.     Harisena, Brhatkathakosa 124 (10th century); Jindal pp 90-91; Sangave p. 259.

15.     ↑ http://www.herenow4u.net/index.php?id=76726 [archivo]

 

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