Religiones y Creencias

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Brahmanismo

La religión brahmánica o brahmanismo o también llamada hinduismo antiguo [1] corresponde al segundo de las tres fases históricas distinguidas habitualmente en el desarrollo de la religión de los hindúes. Se sitúa después del vedismo (aproximadamente 1500-500 antes de nuestra era) y ocupa un período incluido entre -600 y 500 de la era corriente [1].

El término “brahmánica” se deriva de “brahmán” (brāhmaa), es decir, el que tiene el Brahman [2]. En efecto, es brahmán el que dispone del brahman (palabra neutra), es decir, de una fórmula que posee a la vez un poder religioso y un carácter mágico, de una fórmula que aumenta, valoriza y amplía. Así el término “brahmán” no indica el fiel que venera dios Brahmâ - tardía personificación védique - pero más bien el que pertenece a la casta de los sacerdotes. Además el brahmanismo es un término del que se sirven algunos indianistes para distinguir distintos aspectos del hinduismo.

El término brahmanismo también se utiliza:

Por fin, el término brahmanismo se utiliza:

Terminología

Conviene operar la distinción entre varios términos incluida la semejanza lista a veces a confusión:

Características principales

La religión brahmánica se caracteriza por el refuerzo del sistema de castas, de las cuales las primeras manifestaciones ya habían aparecido en la época del vedismo, se caracterizadas por el nacimiento de una floreciente civilización que se desarrolló a partir del Ve milenario a.C. alrededor (la civilización del valle del C&indus) [3].

Esta religión penetra el llano del Ganges procedente del Baloutchisthan y, hacia el oeste, se extiende hasta las mesetas de Anatolia. La novedad introducida por el brahmanismo, con relación al tiempo védique, tiene a la afirmación de los brahmanes como casta superior de la sociedad india, dentro de la cual se crean en encargados de la palabra consagrada transmitida por el Veda. Estos científicos personajes, sacerdotes y profesores, adquieren en efecto, en el orden social ario, a una fila preeminente, a superior propio al del belicosos. El ritual sacrificatorio que celebraban desempeñaba efectivamente un papel central en el marco de las formas culturales arias [3].

Sólo a la Vida siglo delantero J. - de C., con los movimientos renovadores del jainismo y el budismo, que se rebelaron contra el ritualismo de los brahmanes, que la supremacía de la casta de los sacerdotes comenzó a debilitarse. El ambiente político en el cual los grandes reformadores, Mahâvîra (siglos VI y V a.C.) y Buda (480-400 a.C.), debían evolucionar, estaba del resto caracterizado por profundas transformaciones, entre las cuales el nacimiento de nuevas entidades oficiales. Se trataba precisamente, para la zona incluida entre el C&indus y el Golfo de Bengala, de dieciséis reinos arios, que se habían substituido, a medida de la afirmación de su independencia, a más extensos Estados tribales a los cuales habían prestado lealtad [3].

El divinidad

Con el brahmanismo, el mundo de dioses declinó en gran parte con relación a quienes era al tiempo védique; y ello, en favor de los ritos sacrificatorios realizados por los sacerdotes, los brahmanes [3].

En efecto, los deva védicos dependían cada vez más a partir de sacrificios y de la casta de los sacerdotes que poseía los secretos rituales, tanto que el divinidad se consideraron como incapaces de ayudar a los hombres en ausencia del intermediario esencial que constituían los sacrificios. Además dioses védicos, como Indra, Agni o Varuna, asistidos por su aseguraron (en sánscrito, “espiritualidades”, “divinidad”), perdieron considerablemente de su importancia en el brahmanismo, y el término mismo de aseguró tomó, muy especialmente en los textos consagrados llamados Brâhmana, un sentido peyorativo [3].

Entre los devas, en adelante reducidos al estatuto de instrumentos flexibles de la mediación de los sacerdotes, Prajâpati (“el señor de las criaturas”) fue más bien la personificación del sacerdocio que dios creativo y genitor; adquirió por lo tanto una posición preeminente, ya que, para los brahmanes, era el sacerdote sobre todo supremo, el fundador del ritual. Prajâpati se volvió jefe también de dioses y demonios, así como de la descendencia aria (todos los brahmanes eran de existencias arios) y el conjunto de las criaturas. Era por otro lado la imagen personificada y la manifestación del Absoluto situado en el centro de las cosas, el brahman [3].

La tautología ātman/brahman

En el vedismo original, el brahman era una fórmula o consagrada una palabra, una clase de principio mágica del rito sacrificatorio. Con el brahmanismo, el concepto de brahman toma un sentido metafísico, se desplaza del acto del rezo al objeto del propio rezo [3].

Se convierte en así el principio dominante y la causa principal de la totalidad de serlo, un Absoluto del cual deriva toda cosa, “como el hilo de la araña y la chispa del fuego”. El término de brahman, neutro lo vimos, podemos tomar la clase femenina o masculina si se acompañara de una caracterización específica, como el Brahmā de los hindouistes, entonces a dios de la Creación [3].

En los textos sacerdotales, el brahman era por naturaleza impersonal, neutro [3].

En el Upanishad, el brahman era elevado a la fila de Absoluto, sólo existiendo por sí y sin que nada lo condicione: una clase de principio cósmico eterno, infinito e incognoscible, fundamento de todo lo que es, origen y final de toda cosa [3].

Se lo encontraba de este lado el espacio y el tiempo. Por otra parte, el mundo de las apariciones recibía del brahman su forma visible, mientras que el brahman permanecía sin forma y sin nombre, eterno e inmutable, asexual y sin propiedades particulares. Como unidad no dividida y Uno que incluía Todo Ello, se encontraba más allá del mundo apariciones, donde dominan en cambio la división, las propiedades, las formas, los nombres, la caducidad, el cambio, la sensación y la sexualidad [3].

En este sentido, el brahman está también más allá del bien y el mal. Penetra sí todo el mundo, como la “sal vuelve el agua del mar salado” [4], siguiendo siendo al mismo tiempo absolutamente trascendente, intelectualmente imperceptible, e incluso intraducible por conceptos que la representarían en su indivisibilidad y en su unidad, y en su existencia desprovista de propiedades particulares [3].

Sólo en la visión extática, reservada solamente a un reducido número de místicas, que se deja en parte comtemplar [3].

No Obstante, en paralelo en busca del único principio del mundo, Sí universal, la búsqueda del brahman lo incluía también la búsqueda de un principio de unidad del ser humano, él sí individual [3].

Este principio se situó en el ātman (en sánscrito, “respiración”, “respiración”), considerado como la gasolina más profunda del hombre [3].

Así pues, si el brahman es el primero principio todo de serlo y la sustancia fundamental del macrocosmo, el ātman es consustancial al microcosmos como “sí consciente”. Lo constituye pues verdadero “lo” del hombre, su “alma”, portador de la conciencia y quintaesencia de las fuerzas vitales íntimas [3].

Según el Upanishad, el ātman es la percepción del divino que se encuentra ocultado a lo sumo profundo del ser humano, una clase de reflejo misterioso del brahman, que permanece por su parte incognoscible [3].

El ātman, originariamente sopla de vida, se transformó a medida sopla al ser incluso primero de la creación, por definición al brahman, el principio del mundo reflejado en cada ser humano. La doctrina de la Unidad del Conjunto, afirmada en el Upanishad, alcanza en efecto su cumbre en la identidad de los dos principios, el brahman y el ātman. La realidad de esta definición se sitúa al límite máximo del transcendencia; por una determinada manera, incluso, no pueden demostrarle, pero solamente percibirse cruza y, por esta razón, a través del éxtasis místico [3].

Por la fórmula de definición aham brahma asmi (en sánscrito, “soy brahman”), la mística manifiesta su visión de la unidad entre el alma individual (ātman) y el alma universal (brahman) [3].

Los siguientes gusanos expresan la identidad de los dos principios en el Upanishad: [4] el último hacia, llamado mahāvākya (“la gran palabra”), constituye la suma de todas las enseñanzas del Upanishad [3].

Otro mahāvākya resume la doctrina mística de la unidad que incluye Todo Ello. Para conocer esta unidad, es necesario alcanzar el “grado superior del conocimiento” (parā vidyā) del Upanishad, olvidando el “grado inferior del conocimiento” (aparā vidyā) del Veda. El que llega a ver cómo se hace la definición entre el ātman y el brahman alcanza el moksa (“entrega” del mundo de los renacimientos) [3].

En efecto, por la fórmula “soy brahman”, se siente entregado de todo temor o deseo y, puesto que todo pasar a ser desapareció para dejar lugar A Serlo, el alma se entrega de la obsesión del eterno. No Obstante, “así como el que no conoce el lugar donde se oculta no encuentra el tesoro, incluso si a veces a menudo que presione la tierra que lo cubre, así mismo estas criaturas no perciben el brahman, aunque lo alcanzan todos los días. La mentira se los aleja” [4].

De hecho, el camino que conduce a la entrega, es decir, al conocimiento de la identidad âtman/brahman, aunque siendo aquél que pide prestado cada individuo, es un camino muy largo que cruza múltiples existencias terrestres, que cada uno recorre a través de un remolino incesante de vidas y de reencarnacíons: “Así como todos los cubos vuelven en torno a la rueda hidráulica, así mismo el hombre reaparece cada vez del seno maternal [4].

Por otra parte, en el Upanishad, esta teoría de la migración de los almas (llamada samsâra, “comercialización circular” en sánscrito) se inscribe en la ceremonia de la purificación por el fuego. Ésta afirma que si la muerte gana “el cielo”, este paso dado por impuro deja el que permanece en vida impresionado de una determinada impureza, la cual es retirada también por el último sacrificio del fuego [3].

“En estas llamas, dioses sacrifican al hombre, y por esta ofrenda el hombre reaparece en forma de un color luminoso.” El gran gurújnāvalkya (630-583 a.C.) enseñaba que a su muerte, cada hombre sufría una disolución; el cuerpo devolvía a la tierra, la sangre al agua, la respiración al viento, la vista al sol etâ el intelecto a la luna, pero las “acciones no remuneradas” se reunían para personificarse de nuevo en un ser humano. De esta forma, el concepto, presente en el Upanishad, de la migración de los almas y de su renacimiento, se adjuntaba a la del karma (literalmente, “la acción”) [3].

El karma era la causa el único acto ritual [3]; pero, a esta fase de la evolución del brahmanismo, motor de samsâra, se define a toda acción que determina de manera automática no sólo el renacimiento después de la muerte, sino también las formas de este renacimiento y la situación que el individuo conocerá en su nueva vida [3].

En otras palabras, el hombre, según esta teoría, pasa a ser quien realiza [3]: las buenas acciones de una existencia previa mejoran las condiciones de vida de la existencia futura, mientras que malas acciones los empeoran [3].

Por Eso cada individuo determina por la ley de maduración de los actos su propio destino en la vida futura, el “teatro” de su fruta renovada, siempre (no se habla recompensa o castigo, puesto que no hay nadie para recompensar o castigar) [3].

Por otra parte, en esta sucesión de existencias terrestres, el ātman permanece la gasolina invariable consustancial al individuo, a pesar del total cambio serlo, representando así la continuidad mi en la migración de los almas, “por que somos idénticos los unos a los otros e idénticos a las potencias de los universos” [4].

La organización de las castas (varna)

Como al tiempo védique, las castas, durante el brahmanismo, siguen regulando las relaciones de los grupos sociales. No Obstante, con el brahmanismo, es la casta de los sacerdotes, de los brahmanes (brahmana), encargados de la antigüedad más elevada sabiduría, que se presenta como la primera. La casta del belicosos perdió en efecto la hegemonía, una vez que los Arios habían conquistado el llano del Ganges [3]; al mismo tiempo, el prestigio de los sacerdotes aumentó proporcionalmente a la importancia siempre creciente de los ritos sacrificatorios, que estaban los solos de poder celebrar [3].

Los brahmanes, en efecto, no solamente poseían de manera exclusiva el conocimiento de las fórmulas sacrificatorias consagradas, que estaban en condiciones de obligar a dioses a conceder las peticiones ellos sometidas, pero estaban las solas también de poder volverlos eficaces [3].

En este sentido, este proverbio indio del tiempo es significativo: “Todo el cosmos se somete a dioses, somete a dioses a las peticiones que los imploran, y las peticiones dependen de los brahmanes. Pues los brahmanes son nuestros dioses [4].

Aunque supeditada a la de los sacerdotes, la casta del belicosos (kshatriya) ocupaba la segunda fila en la jerarquía social [3]: tenía el poder temporal, político [3]; su función era dirigir el país y defenderlo contra sus enemigos. Es necesario sin embargo tener en cuenta el hecho de que la mayor parte de la literatura disponible que describe la organización social de la India antigua emana del medio de los brahmanes, y que no es seguramente neutra desde una opinión ideológica. Ver a este respecto la obra de Fick [5], que pone de manifiesto que la jerarquía colocando a los brahmanes en la cumbre del sistema de varna no se confirma a través de los textos búdicos, que colocan los kshatriya a la primer fila y a los brahmanes al segundo.

La tercera casta era la de los simples colonos resultantes de tribu dicha aria, el Vaisya, campesinos, artesanos o comerciantes, que mantenían las dos clases dominantes [3].

Debajo se encontraba la casta del Sudra, los criados, es decir, los no arios, o Arios degradados socialmente, en la medida en que se hubieran mezclado a la población indígena sometida. Estos criados de las tres castas superiores eran jornaleros generalmente [3].

Esta separación de la sociedad en cuatro castas se consideró cada vez más como un dogma religioso, en la medida en que la pertenencia a una casta determinada era justificada por la doctrina de samsâra y del karma [3].

Cuatro fases de vida ideales

Según la formulación (más o menos teórico) de dharmashāstra, la vida de un hombre perteneciendo al uno del tres varna superior (brahmane, kshatriya, vaishya) se desarrolla a través de cuatro distintas fases o a Estados de vida, llamados âshrama [3].

La primer fase, el del brahmacārin (“estudiante”), corresponde al período de formación (como mínimo 12 años) que el joven hombre debe pasar en la casa de su preceptor, y consagrar esencialmente al estudio del Veda [3].

A la segunda fase, el del grihastha (“anfitrión”), el hombre debe fundar a una familia, perpetuando al mismo tiempo la práctica de los rituales y deberes prescritos a su fila [3].

A la tercera fase, el del naprastha (“el que se retiró en el bosque”), el hombre, cumpliendo sus propios deberes (procreación), podía dejar la vida activa - a veces acompañado de su esposa - para consagrarse a una vida de anacoreta [3].

La cuarta y última fase era la del sannyāsin (“renunciando”). El brahmán, entonces de una edad avanzada, podía errar como un peregrino desamparado, destinándose a la liberación (moksha) [3].

Los ritos

Una característica del brahmanismo es la extrema complejidad de sus ritos, a los cuales los brahmanes podían disponer de las fuerzas de la naturaleza, o incluso obligar a dioses a conceder sus rezos [3].

Se asignaba así una gran importancia a los ritos sacrificatorios (yajna), que significan sobre todo la reintegración de una dimensión espiritual y cósmica, la entrega en actividad de una plenitud original perdida, tanto que “el sol no reaparece ya la mañana, si el brahmán no hubiera hecho la ofrenda del sacrificio [4]. Por el sacrificio, se pueden reconciliarse a dioses y rechazar a los demonios; en el sacrificio, se hace entrar “Todo Ello” [3].

Los ritos característicos eran aquéllos que se celebraban en relación con el ciclo lunar - con motivo de la luna llena y la luna nueva - y que constituía en la ofrenda de pone sacrificatorios a dioses. En la primavera, en el primer sacrificio, se hacía a dioses un oblation de cebada; en el otoño, un oblation de arroz. Cuando venía a continuación la temporada de las lluvias, era el sacrificio cuatrimestral, destinado a hacer prosperar a las manadas [3].

En el culto solemne, el rito se hace bajo tres fuegos: en primer lugar, el fuego del amo de casa (gârhapatya), para la cocción de las ofrendas, de forma redonda; luego el fuego de oblation (âhavaniya), de forma cuadrada, que recibe oblations cocinados; por fin, el fuego del sur (daksinâgni), que afecta a la forma de luna [3].

La eficacia de los sacrificios era estrictamente tributaria de la ejecución más exacta posible del ritual y de todas las ceremonias que la componían. Estos últimos debían, por ejemplo, acompañarse de una fórmula sacrificatoria llamada yagus, mientras que los rezos debían preceder las fórmulas por las cuales se invitaban a dioses a descender en el lugar del sacrificio [3].

El rito, por fin, debía terminarse por la formulación de la sílaba mística OM. El sonido, producto de una manera prolongada, resultante de la combinación de los tres sonidos A-U-M (de la tríada a la unidad), significa “lo que fue, es y será”, y poseía, para los que se dedicaban a la meditación, una fuerza a la vez mágica y religiosa. Un Upanishad afirma: “Como si aglomeran todas las hojas hinchadas sobre un tronco que las cruza, así mismo toda palabra se funde en los sonidos OM. El sonido OM es todo este universo [3].

Testimonios escritos

Los textos literarios del brahmanismo, además del Veda y el Brāhmana, están constituidos por el Āranyakas y el Upanishad [3].

El Brâmana (descripción de los ritos y relatos míticos) deben ponerse en relación con cuatro recopilaciones del Veda cuyo comentario constituyen la exégesis y. Escritos entre el Xe y Siglo VIII a.C. y debidos a varias generaciones de brahmanes, resultantes de distintas escuelas védicos, se refieren lo al dogmático más antiguo del brahmanismo, detallada en una prosa sánscrita del los más áridos, y contienen prescripciones (vidhi) extremadamente precisas, relativas a las modalidades de los ritos sacrificatorios, a su significado simbólico (arthavâda) y en el sentido antiguos sagas y leyendas védicos [3]. Se encuentra también en el Brâhmana de las hipótesis sobre el nacimiento del mundo [3].

El Âranyaka (“textos del bosque”) son recopilaciones de Tratados rituales mystico, redactadas por sacerdotes ermitaños, y conectadas al Brâmana. Se destinan generalmente a ermitaños que se consagran a la ascesis y a la meditación, y contienen la exposición de prácticas rituales un poco particulares y la explicación de su simbólico [3].

El Upanishad (“equivalencias”, “conexiones”) constituyen el conjunto de los textos religiosos brahmánicas, cuyo tema fundamental es la continuación de la entrada en este Más Allá incluida como una entrega de los renacimientos. El Upanishad se redactó a partir del siglo XI a.C., el más antiguos siendo alrededor contemporáneo del nacimiento del brahmanismo [3].

En general, el Upanishad informan de las experiencias individuales de las místicas, sus meditaciones y sus visiones. Por eso se tratan los problemas de la migración de los almas y de Más Allá, y se proporciona la respuesta a las cuestiones sobre el sentido de la existencia, invitando a practicar una mística de profunda entrega. En estos textos, de hecho, se asiste a un rebasamiento progresivo de la pura mística del sacrificio, característica del Brâhmana (considerados en efecto como una forma de conocimiento inferior); y se destaca el reconocimiento decisivo de la identidad entre el alma individual (âtman) y el alma universal (brahman), bajo la forma del conocimiento supremo. El número exacto del Upanishad es dudoso, en la medida en que existe dudas sobre autenticidad de algunos de los primeros textos, mientras que otros proceden de adiciones de tiempos más tardíos (hasta el siglo XV) [3].

Sin Embargo, un Upanishad, Muktikâ, da una lista de 108. Los esencialmente más antiguos (Brihadâranyaka, Châdogya, Taittiriya, Aitareya, Kausîtâki, Kena), a excepción de algunos hacia, se redactan en prosa. En cuanto a su forma, es muy similar a la del Brâmana, del que difieren para lo que estado del contenido. Un segundo grupo (Isâvasya, Svetâsvara, Mundaka, Mahânârâyana) está constituido por textos enteramente redactados en prosa, sin la menor semejanza formal con el Brâmana. Un tercer grupo (que comprende a Prasna Maitrayana y Mândûkya) está formado también por textos redactados en prosa, pero cuyo contenido revela una notable continuidad con todas las corrientes del tiempo postvédique. Se cuentan Todos Los otros Upanishad (Sannyâsa, Yoga, Sâmânya, Vêdanta, Vaisnava, Saiva, Sakta, etc) entre el Atharva-Veda [3].

Cronología

·         800-500 (aproximadamente) a.C. Composición del Upanishad principales [3].

·         680-583 a.C. Gurú Yâjnâvalkya Vajasneya [3].

·         Siglos VI y V a.C. Mahâvîra, 24e y último Tîrthankara del jainismo actual, reformador religioso, adversario del brahmanismo [3].

·         513 a.C. Conquista de la región del C&indus por el Imperio persa, llevado por Darius 1.o (522-486) [3].

·         500 a.C. alrededor Desarrollo de los reinos indios entre el C&indus y el Golfo de Bengala [3].

·         480-400 a.C. Gautama (Buda), fundador del budismo, reformador religioso, adversario del brahmanismo [3].

Notas

  1. a y b Incluir el hinduismo. Alexandre Astier. Éd. Yerolles, 2007, página 11. (ISBN 978-2-7081-3720-2)

2.       Diccionario histórico de la lengua francesa, page206

3.       a, b, c, d, e, f, g, h, I, j, k, l, m, n, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, allí, z, aa, ab, ca, ad, s.a., af, Ag, oh, tiene, aj, ak, AL, am, año, ao, ap, aq, AR, as, AT, a, delanteros, aw, ax, ay, az, Ba, bb, bc, bd, Be, bf, bg, bh y BI Enciclopedia de las Religiones, Gerhard J. Bellinger, ISBN 978-2-253-13111-3

4.       a, b, c, d, e, f y g en la Enciclopedia de las religiones de Gerhard J. Belliger

5.       Fick, Richard, 1972 [1897], The Social Organisation in North-East India in Buddha' s Time

 

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