Religiones y Creencias

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Arrianismo

El arrianismo es una esfera de influencia teológica de los principios del cristianismo, cualificada de “herejía” por los trinitaires y debida a Arius (256-336), teólogo alejandrino de origen berberisco [1] de lengua griega de la Escuela teológica de Antioquía, cuyo punto central se refiere a la naturaleza de la Trinidad cristiana y las posiciones respectivas de los conceptos de “Dios el padre” y “su hijo Jesús”. El pensamiento del arrianismo afirma que si Dios es divino, su Hijo, le es en primer lugar humano, pero un humano disponiendo por una parte de divinidad.

Hay hoy consenso para reservar la palabra de “arrianismo” a Arius él mismo y a los que compartieron su posición doctrinal, y para hablar más bien de “homéisme” (y de “homéens”) cuando se trata de la corriente posterior que tuvo una gran influencia en la Antigüedad tardía y al principio de la Edad Media [2].

Christologías

En el siglo IV, el arrianismo desempeña un papel importante en el desarrollo del dogma de la Trinidad cristiana y conduce a su formulación. En la época, no existe aún dogma obligatorio de la relación entre el “Padre” y el “Hijo”. El primer arrianismo adopta la opinión de Origène: el subordinatianisme, según el cual el Hijo no es de la misma sustancia que Dios, que incréé e intemporal, mientras que Jesús se crea y, como humano, transitorio. Si el Hijo da prueba de Dios, no es Dios, y si el Hijo posee un determinado grado de divinidad, es de menor importancia que la del Padre. Para Arius, el solo Padre es eterno: se creó al Hijo y el Espíritu.

Los ariens no profesan pues el consubstantialité, adoptado posteriormente por las Iglesias.

Los argumentos del arrianismo filosófico son resultantes del medio platonisme sobre el absoluto y el transcendencia divino, y siguen una teología negativa para orientarse hacia un estricto monoteísmo donde Dios es inalcanzable por los únicos medios de aprehensión del ser humano. Según el prólogo del evangelio según Jean, el segundo arrianismo, el de Arius él mismo, considera que Jesús es un hombre en quien se personifica la Palabra De Dios.

Los antisubordinationistes trinitaires, dichos posteriormente “ortodoxos” (de la “justa fe” en griego, como se designó más tarde) se oponen a esta visión, posteriormente cualificada de “herejía”, para afirmar que “el arrianismo enseña a dos dioses, uno incréé y uno creado, un elevado y el supeditado; se cae así en el politeísmo. Según los trinitaires, el arrianismo vuelve a poner la enseñanza hola del cristiano en cuestión. En efecto, como lo incluyen los trinitaires, el arrianismo enseña que además de Dios que puede salvar la creación, una criatura lo puede también. Si Jesús es solamente de la misma naturaleza que el Padre o si Jesús no es consubstancial al Padre, en resumen si Jesús no es Dios, los hombres no pueden convertirse en niños de Dios.”

A los lados de Arius, los pensadores del arrianismo son Eusèbe de Nicomédie, Eunomius, el “antipapeFélix II (353-365), el arzobispo Wulfila, el patriarca de Constantinopla Macédonius (342-346 y 351-360) y el patriarca Eudoxe de Antioquía (360-370), Démophile (370-379).

Historia

El christologie arienne se desarrolla por primera vez en medio del IIIe siglo por Paul de Samosate. Esta enseñanza es condenada por varios sínodos locales, en particular en Antioquía, en 319, pero guarda partidarios.

La pelea entre ariens y trinitaires toma rápidamente un cariz político. El arrianismo domina la historia de la Iglesia institucional al siglo IV. Es establecido bien en la casa imperial y en consecuencia sido sostenido por el poder. Los trinitaires, como Athanase, tienen dificultades para obtener lugares, hasta que obtengan la sede de Alejandría, es decir, el poder sobre Egipto.

El segundo arrianismo ve oponerse a los conciliadores orientales (Basile de Cesarea, Grégoire de Nysse y Grégoire de Nazianze) a los intransigentes occidentales, como Ambroise de Milán.

La crisis se subdivide en tres fases.

Entre 318 y 325, una polémica inicialmente local entre el papa Alexandre de Alejandría y Arius, se encona hasta el punto que el 1.o emperador Constantino I, después de haber constatado la impotencia de los concilios locales, toma el partido de reunir un concilio ecuménico en Nicea, que establecerá la primera versión de una confesión de fe. El partido arien, en el concilio de Nicea de 325, se divide en dos campos. Por una parte, los homéens, arianistes en sentido, piensan que el Padre es Dios, el Hijo, hombre, y que se supedita al Padre. Algunos van más lejos, avanzando que el Padre y el Hijo no tienen absolutamente nada de común: se dicen anoméens. Frente a los ariens, la tendencia ortodoxa también se divide, entre el Nicéens estrictos, dichos homoousiens (del término griego “ousia” que significa “sustancia” con el prefijo homo “incluso”), para que Padre y Hijos son consubstanciales, y Nicéens moderados, dichos homoïousiens, (el prefijo homoios significando “asemejándose”) según que Padre y Hijos son similares pero no consubstanciales.

Entre 325 y 361, sostenidos por el emperador Constancia II, los ariens restablecen su preponderancia política y religiosa, en particular, durante distintos concilios de Sirmium. Saturnino de Arles, obispo de Arles, es el abanderado del arrianismo Varea, de 353 (fecha del concilio de Arles) hasta el concilio de París en 361.

Por fin, de 361 a 381, los trinitaires contratacan. El primer concilio de Constantinopla corta en favor de la ortodoxia trinitaire, dando su forma definitiva al Credo. Sólo después de este concilio de Constantinopla que la enseñanza de la Iglesia se convierte en uniformemente antisubordinationniste y trinitaire, según el dogma ortodoxo conocido como el Símbolo de Nicea, y que comparten aún hoy las Iglesias ortodoxos, católicos, luteranos y anglicanos.

Difusión

El 1.o emperador Constantino I desea evitar los desórdenes religiosos y apoya el comportamiento del concilio de Nicea en 325 para que la Iglesia unifique su posición. Favorece a continuación el partido de Athanase de Alejandría que había procedido a la excomunión de Arius. Es con motivo de este concilio que el arrianismo se califica de “herejía”, palabra que toma con este motivo un sentido peyorativo. Pero es quizá por un obispo arien, Eusèbe de Nicomédie, que Constantino I se hace bautizar sobre su lecho de muerte.

Los emperadores que le suceden varían entre el apoyo a los ortodoxos o a los ariens.

Constancia II apoya el arrianismo, probablemente más por razones políticas que religiosas: encontrándose en Arles en Provence, decide que un concilio se tendrá para poner al paso al patriarca Athanase de Alejandría que en absoluto se opone al arrianismo, pero sobre todo a la autoridad de Constancia II. Es el concilio de Arles de 353, presidido por el obispo de Arles Saturnino. Constancia II en árbitro las sesiones y reclama la condena de Athanase.

Julien, no le aprecia la religión cristiana, y seguramente no se enfada de enconar los conflictos en la Iglesia: vuelve de nuevo sobre estas disposiciones.

Algunos años más tarde, el emperador de Este Valens favorece al contrario a algunos obispos ariens. En medio del IVe siglo, los obispos Photin a Sirmium, Valens a Mursa en Panonia y su vecino Ursace a Singidunum en Mesías son ariens. Esta sujeción arien cerca del Danubio contribuye a la conversión al arrianismo de los Visigodos y Vándalos por el obispo migodo migriego Wulfila. Los Visigodos convierten a su vez el Suèves, y probablemente el Burgondes, al Ve siglo, en su soberanía en Hispanie y Varean.

La oposición feroz de los cristianos ortodoxos contra el arrianismo se convierte en un obstáculo a la asimilación del pueblo federado instalado sobre los márgenes del Imperio romano, ya que se cristianiza a este pueblo ariens. Pero a la larga, bajo la influencia de las élites y poblaciones romances, este pueblo germánico suscribe el cristianismo ortodoxo. El Burgondes se convierten los primeros al Ve siglo, en el IIIe concilio de Toledo (589) los Visigodos de Hispanie y el Reino suevos al siglo siguiente. Los últimos hogares ariens: el reino vándalo de África y el reino ostrogodo de Italia, desaparecen en las reconquistas del emperador de Este Justinien 1.o a la Vida siglo.

Posteridad

Por varias maneras, el conflicto en torno a las creencias de Arius durante los cuartos, quintos y sextos siglos contribuye a definir el carácter central de la Trinidad cristiana en el flujo principal de la teología cristiana. Como primer conflicto principal interno después de la legalización del cristianismo, la lucha entre Nicéens trinitaires, y partidarios de Arius, deja una profunda impresión sobre la memoria institucional de las iglesias. Así Pues, durante del 1 500 últimos años, el término “arien” se utiliza para designar a los grupos ellos mismos que se ven como admiradores o discípulos de Jésus-Christ, pero sin creerlo el igual de Dios y sin abarcar el credo nicéen.

En 1553, el científico español y reformador protestando a Michel Servet, en vista de por mucho unitario como una figura fundadora de su movimiento [3] y autor de la obra Trinitatis erroribus (los Errores que se refiere a Trinidad) [4], es condenado a muerte y sido quemado por sus colegas reformadores, cuyo Jean Calvin, por “herejía” antitrinitaire, su christologie siendo similar al arrianismo.

Un epíteto polémico

El empleo del término arrianismo como epíteto polémico puede prestar a dos tipos de amalgamas y anacronismos.

El primer tipo de amalgama anacrónico, muy frecuente en la literatura histórica, religiosa o no, consiste en oponer a los arianistes o a los “católicos”, o al “ortodoxos”, términos cuyo empleo separado supone que una de estas iglesias y una sola: la que se cita, es el único continuatrice de la iglesia del IVe siglo. El empleo de uno sólo de estos términos rechaza otro (así como los anglicanos y los protestantes) en la misma “ilegitimidad” que el prestado a los arianistes. Ahora Bien antes del cisma de 1054 no se puede aún hablar de “católicos” ni de “ortodoxos” separadamente: si, por temor de los anacronismos, se niega a emplear los términos de “trinitaires” o de “nicéens”, es necesario entonces utilizar el de “catholiques-et-orthodoxes” con guiones, puesto que estos dos adjetivos significando “universales y justos-creer” se empleaban juntos en la iglesia del primer milenio [5].

El segundo tipo de amalgama anacrónico se refiere a los grupos de cristianos que creyeron o creen, como el arrianismo, que Jesús no pasa a ser de condición divina que a través de la exaltación, que no es Dios, sino una persona distinta y supeditada al Padre, y que hubo un tiempo en que Jesús no existía, aún no siendo creado. Establecer un paralelo entre estos grupos y los ariens puede ser útil para distinguir los antitrinitaires el uno con el otro, pero a pesar de la frecuencia del empleo del término como epíteto polémico, no hay supervivencia histórica continua del arrianismo hasta nuestro tiempo: los grupos así etiquetados no tienen creencias idénticas al arrianismo. Por esta razón, no utilizan este nombre cuando ellos mismos se designan, incluso si reconocen que sus creencias están acuerdo sobre algunos puntos, o globalmente similares al arrianismo. Estas controversias no son sino dogmáticas sino tienen también implicaciones prácticas sobre la manera de considerar a los no cristianos (previos al cristianismo, o actuales): si Jesús no existe siempre y si no es el igual de Dios, todo alma puede salvarse y merece respetarse; pero si Jesús preexistiera más como Verbo y aún si es consubstancial o igual de Dios, entonces solamente puede salvarse un alma cristiano, y todo hombre debe pues ser convertido (y si resiste, se pierde, de ahí el envío de misioneros para convertir el pueblo no cristiano).

Los cuyas creencias religiosas se compararon o falsamente se etiquetaron como arianistes incluyen:

Arrianismo en África el Septentrional

San Agustín fue uno de los últimos símbolos de la integración de la población berberisca en el Imperio romano. Encuentra la muerte durante la sede de Hippone por los Vándalos (ariens). Una parte de lo que pasará a ser Argelia siguió entonces el movimiento arien[].

 

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