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Animismo

El animismo (del latín animus, originariamente espíritu, luego alma) es la creencia en un alma, una fuerza vital, animando los seres vivos, los objetos y también los elementos naturales, como las piedras o el viento, así como en las ingenierías protectoras [1].

Estas almas o estos espíritus místicos, manifestaciones de difuntos o divinidad animales, pueden actuar sobre el mundo tangible, de manera beneficiosa o no. Conviene pues dedicarles un culto [2]. Así definido, el animismo puede caracterizar distintas sociedades extremadamente, ubicadas en todos los continentes.

Origen y uso del término

En la medicina Xviii del siglo

El médico alemán Georg Stahl es la causa (en 1720) de una teoría médica llamada animismo; para resumir al extremo, se trataba de explicar que el alma tenía una influencia directa sobre la salud.

Reaparición en el siglo XIX

Introducido al final del siglo XIX por el antropólogo británico Edward Burnett Tylor para designar las religiones de las sociedades que nombra “primitivas” (Primitiva Cultura, 1871), el concepto conoció un innegable éxito hasta en las primeras décadas del siglo XX, que se ha convertido en “uno de los términos de referencia principales de la historia de la etnología religiosa” [3]. Esta ambiciosa tentativa de explicación global de las creencias religiosas - una “doctrina del alma” - ha perdido una amplia parte de su validez hoy y los trabajos contemporáneos se descartan, en particular, los del antropólogo francés Philippe Descola que no ve en el animismo una religión, pero más bien “una manera de concebir el mundo, y de organizarlos” [4].

El propio término, a menudo manchado de connotaciones colonialistas [5], al menos percibidas como peyorativas [6], se emplea con circunspección, a veces sustituido por expresiones como “creencias populares”, “creencias indígenas”, “religiones tradicionales”. Por defecto o por conveniencia, se utiliza en adelante en la lengua corriente o en las estadísticas, como una palabra bolso designando generalmente el conjunto de lo que, no dependiendo de las grandes religiones teístas que se basan en textos consagrados (cristianismo, islam, budismo…), se transmite por tradiciones orales [7].

Principios del animismo

  1. Todo lo que existe, y especialmente lo que es móvil, lo que es vivo, oculta un alma.
  2. La esencia de este alma es la fuerza, dotada de potencia variable y localizándose desigualmente en el universo.
  3. Junto a estas fuerzas-emanación, resultados de las vibraciones creativas, se colocan los seres-fuerza, los almas personificados dotados de inteligencia y voluntad.
  4. El alma del hombre, en quien se centra la creación, constituye un ejemplo notable de estos seres-fuerza personificadas.
  5. Desencarnado el alma, alimentada por el viático de los sacrificios funerarios, sublimada y purificado por las pruebas, se cambia en fuerza superior por la relación con el mínimo, centro de creación o generación de todas las fuerzas existentes [8].

Por extensiones, el psicólogo Juan Piaget definió un “animismo infantil”, ya que el niño considera mucho tiempo los objetos como ser vivos, dotados de intención y conciencia [9]. Se describió también una forma de animismo en los jóvenes adultos (Wayne Dennis, “Animistic Thinking among College and University Students”, Scientific Monthly, 1957, vol. 76, no 4, p. 247-249) o en la mística (William James, las formas múltiples de la experiencia religiosa, 1952), también en los enfermos mentales, en particular, los esquizofrénicos [10].

Animismo y religiones

La teoría tradicional se opone habitualmente el animismo y el chamanisme, que toma fuente en los mismos principios de vida, a las religiones, que las sean terrestres (budismo, fetichismo, politeísmo) o del cielo (hinduismo, islam, cristianismo, judaísmo). Realmente todas las religiones reconocen la existencia de estas fuerzas ocultas, que algunos llaman, espíritus, o demonios, o djinns, o ángeles, etc, que estas entidades estén consideradas beneficiosas o maléficas. Las tres grandes religiones monoteístas ocultan en su seno varias teorías sobre estos ser de distintas formas. En los animistas, estos conceptos son primitivos ya que se refieren a seres simples: la piedra, el viento, la roca, la arena, el agua, la hoja y los elementos como el fuego. Se encuentran del resto a la base de todas las religiones estructuradas estos elementos transfigurados. La veneración de río en el hinduismo como el Ganges, o en el Egipto antiguo como el Nilo divinisé bajo el nombre de Hapy, en los Celtas el culto de los árboles [11] que se encuentra en uno de sus calendarios, el culto del fuego en los Romanos de la antigüedad con las Vestales son algunos ejemplos.

Al igual que en el animismo, se puede definir un vínculo entre los elementos percibidos en la naturaleza y la práctica religiosa de los monoteísmos abrahámicas. Por ejemplos, una fiesta como Noël está vinculada a un solsticio, se liga una fiesta como Pascuas al calendario lunar, el ramadán está vinculado igualmente al calendario lunar.

Comparativamente, se puede citar que en África, del Oeste por ejemplo, actualmente, el habitante local, siguiendo el ejemplo de Marabout (África) o el jeque ofrece a la tierra un poco de bebida antes de que consuma o que algunas civilizaciones de Sudamérica como en Perú se ofrecen también productos de la tierra a la tierra como el tabaco [12]mientras que en el catolicismo el sacerdote dicho, en la ofrenda de las hostias y del vino: “fruta de la tierra y el trabajo de los hombres”. Es la evolución de un sacrificio para agradecer la naturaleza, lo que es un principio básico del animismo; este sacrificio se ve en la Biblia entre el libro del Éxodo y el Lévitique y el nuevo Testamento. Para terminar este paralelo se puede observar que en el hinduismo, los órdenes del día que se venden, en toda buena librería hindú o que se encuentran en Internet el calendario actualmente dan lunar para seguir por ejemplo de las normas de vidas como ekadashi (en).

Animismo y chamanisme

El animismo se acerca a menudo mucho del chamanisme; en absoluto se alega a dios de la tierra en estas dos corrientes. Realmente, el chamanisme designa más bien la creencia en la posibilidad de comunicar (mediación) con otro mundo, y la existencia de individuos (el Chamans) y técnicas privilegiados para acceder a este mundo; quién en absoluto puede ser el de los almas o espíritus y también el de las muertes, de los animales, de seres superiores o de un pasado mitológico, o de cualquier otro universo que el “real” directamente accesible a muy humano. En la práctica sin embargo el animismo implica un determinado nivel de chamanisme en este sentido donde postular la existencia de un mundo de los almas sin dejar entrever ningún medio de acceder o de intercambiar con él sería inútil.

Las religiones teístas postulan por otra parte también un medio de comunicar con sus entidades divinas, como por el rezo.

Sociología y antropología del animismo

Edward Tylor, el pionero

Edward Burnett Tylor (1832 - 1917) es el primer sociólogo a haber establecido una teoría sobre el animismo, en Primitiva Cultura (1871). Funda su análisis sobre el sentimiento, para él general en las sociedades que calificaba entonces de “primitivas”, que el alma era distinto del cuerpo ya que, en los sueños, el durmiente parece alcanzar un diferente mundo del dónde se encuentra su cuerpo.

Es esta experiencia que habría fundado el concepto de “alma”.

Por analogía y extensión, se habrían prestado así algunos almas (asignadas) al conjunto de los elementos de la naturaleza [13]. Para Tylor, el animismo representaba la primer fase de religiosidad humana, el de las sociedades más primitivas, y debía ir seguido por el fetichismo, luego el politeísmo y por fin, por supuesto, el monoteísmo, que caracterizaba la religión de su propia sociedad [14].

La teoría de Tylor sobre el animismo tuvo un enorme éxito. Se criticó el término se adoptó a continuación mucho, se discutió y.

Los antropólogos acusaron, en particular, a Tylor su perspectiva evolucionista (como si todas las sociedades debían evolucionar de la misma manera hacia un mismo objetivo), su perspectiva psicológica (es difícil explicar un concepto como el alma por una simple referencia a una experiencia de durmiente - o entonces, este concepto debería tomar un sentido idéntico en todas las sociedades, lo que no es el caso), así como el carácter vago del término animismo (no se perciben todos los elementos de la naturaleza por todas partes como que tienen un alma, asignar un espíritu o un alma a un elemento no son la misma cosa, etc).

Evolución vernácula del término

Aparte de algunos antropólogos que adoptan este término en su análisis dándole un significado preciso (tal Philippe Descola), el término de animismo ya no se emplea que manera muy vaga, para designar finalmente todas las religiones que no son universalistas (es decir, las religiones de la conversión, como el cristianismo, el islam o que no son religiones de grandes países-civilización (las religiones chinas, indias, etc). Se toma entonces como sinónimo de “religión tradicional” (un término que no significa nada, en sí), o de otros términos al uso igualmente vago, como el chamanisme. Realmente la dificultad de definir claramente estos términos y de frustrar su perímetro respectivo procede esencialmente de su alejamiento de las maneras de pensar de las sociedades modernas, resultantes de una representación del mundo radicalmente diferente, que Philippe Descola califica de naturalista.

La relectura contemporánea de Philippe Descola

Entre los antropólogos contemporáneos, Philippe Descola, en una visión globalizando o incluso universalista, redefinió el animismo en una obra observada Más Allá de naturaleza y cultura (2005). Se coloca para eso en la situación del Hombre que se define del mundo siguiente dos perspectivas complementarias: la de su “interioridad” y la de su “physicalité” frente a los otros - humanos y no humanos.

El animismo correspondería a la percepción de una identidad común de las interioridades entre el existentes humanos y no humanos pero de una identidad distinta entre sus physicalités. Describe las tres “ontologías restantes” según la percepción de una fusión o de una ruptura entre interioridad y physicalité, nombradas totémisme, analogismo y naturalismo, los cuatro métodos ({identité/rupture} * {intériorité/physicalité}) reunidos teniendo vocación universal, tomando al mismo tiempo distintas formas de cohabitación o predominio según las culturas, que sean anticuadas, tradicionales o modernas.

 

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